De acuerdo con la Coordinadora de la licenciatura en Negocios Internacionales en Cetys Universidad, campus Mexicali, Faviola Villegas Romero, esto se debe al impuesto rosa, un sobrprecio que ha permanecido vigente durante décadas
MÉXICO.- Más allá de los lujos como el comprar accesorios o asistir al salón de belleza, seguramente habrás notado que desde los productos de higiene personal, hasta la contratación de seguros, son más costosos cuando se trata de mujeres.
De acuerdo con la Coordinadora de la licenciatura en Negocios Internacionales en Cetys Universidad, campus Mexicali, Faviola Villegas Romero, esto se debe al impuesto rosa, un sobrprecio que ha permanecido vigente durante décadas.
La catedrática indicó que es difícil determinar si esto se trata de una forma de discriminación, debido a que múltiples factores influyen en los precios.
Sin embargo, diversos estudios, entre los que destacan el realizado en 2015 por Anna Bessendorf y Shira Gans, han demostrado que definitivamente ser mujer es más costoso que ser hombre.
La discriminación de precios, que implica vender el mismo producto a diferentes personas a precios diferentes, es común y se aplica por ejemplo en descuentos para estudiantes o personas mayores en el cine, vuelos con descuento anticipado y diferentes niveles de ayuda financiera para grupos vulnerables; pero estos casos consideran razones multifactoriales, mientras que la discriminación de precios por género tiene un sustento mucho más estético y está orientado al consumo por parte de mujeres que hacen compras y son jefas de familia”, expresó Villegas Romero.
El impuesto rosa también se hace evidente ante la espera de un bebé, pues en el mercado hay disponibles más accesorios para niñas que para niños, por lo que es posible que se gaste más cuando el nuevo miembro de la familia será mujer.
Un estudio de la Asociación Brasileña de Educadores Financieros, reveló que criar a una niña puede costar hasta un 30% más en comparación a los gastos que implica la educación de un niño.
Así es como desde la infancia y hasta la adultez, el impuesto o sobreprecio rosa se hace presente y es perceptible para los bolsillos de los padres de familia.
La docente mencionó que los economistas buscan ajustar las diferencias entre hombres y mujeres en términos de educación, experiencia y preferencias laborales para determinar si existe brecha salarial.
“Pero, en el caso del sobreprecio rosa, otras explicaciones pueden ser que los productos o servicios para mujeres tengan costos de producción más altos o que las mujeres valoran ciertas características de los productos de manera diferente a los hombres”, añadió.
En el caso, por ejemplo, de una camiseta básica para mujer, puede costar 40% más que la de un hombre y aunque algunas prendas femeninas requieren de más trabajo en su fabricación, la mayoría de la ropa básica tiene el mismo proceso de producción que la masculina.
Aunque es cierto que los fabricantes no son quienes suelen fijar los precios de venta, sino las marcas, por lo que no sería mala idea, expuso, reconsiderar utilizar marcas alternativas sin género o genéricas, que otorguen valor por un precio justo.