Estudios científicos revelan que la pobreza va más allá de la desigualdad económica, siendo un trastorno psicológico con impacto en el cerebro y el comportamiento humano
MÉXICO.- A través de recientes estudios científicos, se ha descubierto que la pobreza es más que una simple cuestión de desigualdad económica, convirtiéndose en una enfermedad que afecta la mente y la conducta de quienes la padecen.
El Dr. Reynaldo Alarcón Napurí, en su destacado aporte, señala que la pobreza es un poderoso factor que influye en el comportamiento de las personas dentro de un grupo social, superando la simple concepción de cultura de la pobreza.
Oscar Luis, quien acuñó este término, también enfatiza que la pobreza es resultado de sociedades desiguales e inequitativas.
Los estudios citados en el episodio, realizados por expertos en neurociencia y psicología, revelan que vivir en condiciones de pobreza tiene una correlación anatómica y fisiológica en diversas áreas del cerebro. El estrés asociado a la pobreza afecta el desarrollo cerebral, interfiriendo en la capacidad de tomar decisiones, fijar metas y resolver problemas.
El trastorno psicológico de la pobreza presenta síntomas similares a una enfermedad depresiva, como sentimientos de inutilidad, baja autoestima, desesperanza, cambios en el apetito y el sueño, fatiga y pensamientos recurrentes de muerte y suicidio.
Estos síntomas se manifiestan como una respuesta al estrés y la falta de recursos, creando un círculo vicioso difícil de romper.
El origen del trastorno radica en factores de riesgo como el abandono físico y moral por parte de los padres, falta de apego, deserción escolar, trabajo infantil y conflictos familiares, entre otros.
Sin embargo, no todas las personas expuestas a estos factores desarrollan el trastorno, destacando la importancia de la resiliencia y el apoyo en el entorno.
El objetivo de profundizar en este tema es concienciar sobre la complejidad de la pobreza y fomentar una mayor comprensión en la sociedad. La pobreza no se trata solo de falta de recursos económicos, sino de un profundo trastorno que requiere un enfoque multidisciplinario para su abordaje.
La conciencia y comprensión de este trastorno pueden abrir puertas hacia políticas más efectivas y programas de apoyo que atiendan las necesidades psicológicas y emocionales de las personas en situación de pobreza.
Asimismo, destaca la importancia de erradicar el estigma y promover la empatía, ya que la pobreza no es una elección sino una lucha que trasciende los límites de la economía y afecta el bienestar integral de los individuos.